COGITO ERGO SUM


miércoles, 27 de febrero de 2019

Verano costero

Desde que tengo uso de razón he vivido cerca del mar.
Subirme al puente y verlo a lo lejos ha sido siempre común.

El mar siempre ha guardado una belleza.
Una etérea.
Tiene sola una capa a simple vista, parece plana y homogénea, a diferencia de los bosques y de los cerros.

Cada ser de la naturaleza, en su grandeza guarda su propio misterio, el cerro con su altura que parece tocar el cielo, el bosque que te deja adentrar y descubrir toda la vida que guarda en el.

Pero el mar... mi hermoso mar... tiene otro sentimiento, una sensación que me hace entrar en el y ser uno para navegar en sus profundidades.

Ver el paraíso escondido de vida eterna y de vida que se mueve, de vida que parece a simple vista no respirar pero fue ahí donde todo empezó.

Guarda en cada movida del sol un color especial que juega con el ojo humano teniendo de aliado al viento que siempre sopla a su favor.

Algunas veces nos regala olas grandes, otras pequeñas y de cuando en cuando un vaivén de aguas que no llegan a ser más que un pequeño intento de oleaje.

Para amar el mar hay que adentrarse, sentir el agua, las piedras, las algas, las conchitas, los mui-mui y su hermosa arena.

Pasé todos los veranos de mi infancia frente al mar, muchas veces fueron comiendo, llorando, contándole mis problemas y hasta otras haciendo rituales de año nuevo.

Y bueno, mi amor por el mar se intensificó cuando empecé a trabajar en una escuela de surf, por ese entonces veía a diario videos de olas, de viajes y de preservación de peces.
Aprendí sobre la vida marina y descubrí ese otro lado, donde habían personas que amaban y hacían del mar, su hogar.

Hablar del mar para mí es recordar las hermosas puestas de sol tirando piedritas, estando en familia y mi alegría de sentir el amor de Dios en el mar como lo sentí alguna vez hace muchos años en las playas de Tumbes.

Curiosamente he viajado a muchos países pero nunca fui al mar, quizá de manera inconsciente nunca quise conocer ni bañarme en ninguna otra playa que no bordee la costa peruana.

Aguardan viajes en bote, buceos y más ocasos de sol...


Escrito por: Mademoiselle Parapluie.
Pdta: Inspiración de un día de playa, de los más felices.

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