Subestimamos la lejanía y la fealdad que en cierta manera nos genera eso, un cierto nivel de superioridad, porque poseemos la belleza que él no tiene, y por ende deberían aceptarnos.
Y así entramos a un juego donde sentimos que la atención brindada subyuga todos los sentimientos dejados por los jugadores muertos en vida, por las semillas en el matorral, y no, no hay más hasta ahora.
El tiempo pasa y nos abrazamos a una vaga idea que va creciendo, sin forma, pero que va creciendo hasta asfixiarnos...
¿Está sucediendo de verdad o solo es parte de mi imaginación?
El sentimiento sigue creciendo, los papeles se invierten... lo que era feo ya no me parece tan feo, empiezo a sentir necesidad, empiezo a confundir todo lo que veo a mi alrededor y en cada mirada que doy me recuerdan a eso, él, eso, llámalo como quieras.
Así como todo sube, todo baja y explota.
Soy río de agua salada que atraviesa todas las venas de los sentimientos más profundos.
Soy mar que aprieta las olas para no sentir pero que termina siendo tirada abajo por un rompe muelle.
Soy rama deshojada en el invierno tras una gran tormenta de nieve.
Soy, yo soy todo eso mientras me duele el cuerpo y siento que algo en mi se desintegra, eso siento que soy mientras miro una fotografía de flor de cerezo, una donde la fealdad y la lejanía aun no me atraviesa le corazón.
Escrito por: Mademoiselle Parapluie.
Pdta: ¡Bienvenida a la realidad!




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