Hay cosas que siempre están ahí pero no las queremos ver porque sentimos vergüenza de verlas y porque nos sentimos culpables a la vez.
Ayer sentí eso mientras miraba unas fotografías y me sentía no digna de ingresar a un lugar que tantos años hubiera querido hacerlo, pero por lo que arrastra la vida y crecer (equivocándonos) no pude (quizá aún estoy a tiempo?) sentí vergüenza de sentir vergüenza y esto no solo me llevo a pensar en ese lugar sino a todas las fotografías que guardo en mi memoria, como ese lugar que no quiero ver porque es la vergüenza que cargo “Tomo para olvidar, para olvidar que tengo vergüenza” entonces todas esas fotografías se colan en mi memoria haciéndome recordar las palabras que mi propia sangre me dijeron y me hicieron llorar amargamente.
Sí, me avergüenzo de tener vergüenza, de saber que hay eso y no querer tocarlo pero que se, que si no lo toco no podré ir más allá y seguiré llorando como ayer.
No sé si sea el tiempo, pero dime ¿Cuándo es el tiempo? ¿Cuándo vuelva a sentir eso y solo llore?
Eso, de lo que siento vergüenza forma parte de mi historia, no como una vergüenza de lo que soy sino de lo grande que podemos ser desde donde vengo, y ahora es un viaje que debo descubrir no viajando miles de kilómetros como aprendí a amar a mi país y mis raíces andinas y selváticas, sino un viaje hacia el interior del otro y del mío al momento de hablar.
“Porque no lo tenemos lo hicimos todo”
Porque soy de una arena que se hizo grande.




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