La calle luce vacía de vida aunque hay gente caminando, luces gigantes que abren puerta a la evolución, todo se ha ido nublando, me pregunto en qué momento hay paz si las luces de la evolución nunca se apagan.
Las personas son solo una rotación para el sistema y lo que se engendre de ahí, no se limita a ser más que reflejo de lo que un día fue vida y hoy solo es un añoro olvidado.
El
avance de la tecnología no solo ha traído ello, sino también la ebullición del
ruido sin freno, donde todo lo que se compra tiene un sonido apocalíptico, el
ritmo ha dejado de existir y se ha sintetizado en ondas oblicuas sin pausa ¡Mon
Dieu! ¡On y va la vie!
¿Hay
una carta en reverso?
Todas
han sido tiradas al fuego en rechazo al pasado que hoy se llena de melancolía,
pero ingenuo el que logra quemar su pasado si no olvida lo que yace en la
profundidad de sus ojos al dormir, pensando que un día habrá vuelta atrás, que
un día el ruido oblicuo se hará una onda que compondrá una melodía de Tchaikovsky mientras las
luces de la evolución se apagan en medida que las personas empiezan a borrar
sus sombras y lo que engendran.
Se vuelven semillas.
¡Ilusión!... Ilusión que solo se hace cuando sueñan rumbo a casa e intentan hacer un remedo de la vida, pero esa ilusión al menos hace llevar una vida menos infame y más acalorada al rechazo que muere en la ilusión de despertar.



















