En el atardecer de la vida las flores aún nacen, cual calvario que grita en medio de la noche, aún se le caen las hojas a los árboles como señal que debe mutar, esperar los nuevos vientos y dejar las hojas volar.
Las hormigas aún suben a los troncos y
los pájaros cantan una melodía desconocida al corazón humano mas no para la
tierra.
Añoro los tiempos de praderas verdes en
silencio cuando guardaba abiertamente mi ser, aunque no lo crea, todo sigue
latiendo igual que ayer, pero ahora con prudencia.
Temo la perdida de magia, pero olvido
que la puedo crear, porque a veces solo miro el pasto y olvido que hacia el
cielo vuela todo lo que es libre, el polvo, las ramas, las plumas y los ángeles.
Veo en retroceso y no me arrepiento,
todo lo que sembré fue la cosecha del ayer, que no es más que abono, a veces
vivo... a veces muerto.
Sin embargo, he dejado de pedir para recibir, he dejado de planear para aceptar y como en esta vida llena de círculos, recuerdo una vez más, que hoy es primavera y mañana será otoño.
Mas en mi corazón siempre latirá el
primer verdor, le seguirán creciendo gardenias, claveles y más vida, porque el
cuerpo muerto no es más que un día igual a una siembra monótona.
Por eso vivo en primavera y lloro en primavera.
Puesto que vivir en rosa es más alegre la pena.





