Hay cosas difíciles de escribir.
Hay cosas difíciles de
decir.
Y más aún hay cosas
difíciles de contar.
Muchas veces solo la confianza más íntima nos hace hablar.
Ayer fue un amigo mío y
hablábamos un poco de todo lo que había sido de nuestras vidas.
Él decía que me veía
diferente, más madura, más mujer, más empoderada.
De pronto recordé un poco algún capítulo de "Siddharta"
Cómo nuestros rostros
cambian y nos marcan todo lo vivido.
No ha sido en vano todo lo
que viví, me ha marcado cada instante, cada experiencia, cada persona que me
negó un poco de si, las que me dijeron adiós con una sonrisa prometiendo
un próximo saludo, las que me hicieron llorar y las que también me
quitaron lo tonta.
Voy a escribir algún día todo ese viaje que sucedió.
No lo he hablado con nadie
y quizá nunca cuente cuánto lloré y cuánto quise estar en
algún lugar muy lejano, pero menos en casa.
¿Cuándo comenzó esa idea de irme?
¿Qué guardo para mí misma?
Era inevitable no llorar.
Era ese lugar un espacio
donde estaba yo sola y recordaba muchas cosas que quería olvidar, pero uno
no puede huir jamás de uno mismo, esa fue la más hermosa y bella enseñanza que
aprendí en la precariedad y ausencia de un hogar conociendo
indigentes.
Hoy en julio puedo hablar un poco de marzo sin un pequeño nudo en la garganta, aunque aún salen las lágrimas y sé que saldrán muchas más cuando me siente a escribir.
Nadie sabe que sucedió.
Lo guardo todo dentro de mí.
No hay mayor misterio del
que yo no quiera hablar porque simplemente lo guardo y me sofoco, pero esta
tarde no quiero pensar. No quiero llorar.
Solo quiero ver como cae la lluvia en la ventana mientras escucho "El mató a un policía motorizado"
Escrito
por: Mademoiselle Parapluie.
Pdta: Esta
imagen representa un poco de cómo me sentí frente a lo vivido.
Indefensa.




